domingo, 20 de mayo de 2018


EL AYER DE FRESNO DE LA VEGA


Por Bonifacio Fernández Arteaga
Parte 3






La iglesia tenía portales
Que su entorno circundaban
A la entrada, en laterales,
Existían bancos corridos
Donde los fieles se sentaban
Esperando los sonidos
De las campanas llamando
Y a los rezos suplicando.

Más dentro, en los portales,
Se organizaban pedreas
Y bastante  cosas feas
(que yo meo, que tú meas)
Entre grupos de chavales.
Desde enero, hasta otro enero
Aquello era un estercolero.


Yo oficié de monaguillo
Y otro de nombre Moisés,
Don Gaudencio, el sacerdote.
Cogiendo en mano el cepillo
Con hábito hasta los pies,
Salí a pedir un escote,
Pero, a decir la verdad,
Cuando se toca al bolsillo
Hay mucha parquedad.
Nunca se llenaba el bote
¡Era el cepillo tan hondo!
Solo algunas perras al fondo

Y desde el coro algún mozo,
Para al monago incordiar
Tiraba, con alborozo,
Alguna perra al azar
Ya para que esta, al rodar,
Entre faldas se colara
Y allí al monago llevara
O en los hoyos se metiera
Y risa sobreviniera

A caso por el enfado
Y con visos de venganza,
El caso es que, sin tardanza,
Desandé lo que había andado
Me metí en la sacristía
Para dejar el cepillo
Y dije: seré un chiquillo
Y de poca valentía
Si después del sofocón
No me quedo con mi ración

Y del total la mitad
Aprópieme sin piedad
“No creo que la sisa note
Don Gaudencio el sacerdote,
Pues le dejo en propiedad
Otra preciosa mitad”
- Dije para mi cogote-

Pero de la noche al filo
Al rosario fue Moisés
Puso el cepillo al revés
Quedándole ya sin mies
Dejando el asunto en vilo.

Al terminar el rosario
Al cepillo con premura
Se dirigió el señor cura,
Como lo hacía a diario.
Se echó mano a su tonsura,
Como suele suceder
Cuando alguien cree prever
Algo que suena a locura.
Y con sorna y con gracejo
Por ser castellano viejo,
Llamando a los monaguillos
Así espetó a los chiquillos:
“yo las perras oí chinglar
Que del coro procedían
Si no están en el lugar
Donde dejarse solían.
Si yo la puerta he trancado
Y la ventana tiene reja,
Algún fantasma habrá entrado
Que a mí, sin perras me deja.
Por las cuentas de la vieja
Y por lo que a mí me abulta,
Sí habría treinta perrinas.
Pongo al fantasma una multa
Y le dejo sin propinas
Los próximos quince días
Y así reparo averías”.

Al pasar una semana
Sin tener retribuciones,
Sobrevino la desgana
Y pensaron apelar
Pero uniendo corazones
Y por varias razones
¿Qué decidieron?: CESAR.

¡Que fantasmas más odiosos!
¿A quién esto no le  enoja?
¿No era para poner nerviosos
A más de dos mozalbetes?
Que solo querían cacahuetes
De los de Joaquina la coja.

Y al salirse de estas tretas
Boni hizo liquidación:
Ocho meses en función
Resultado: ocho pesetas
¡Menuda retribución!
Si Ronaldo lo supiera,
Del Barsa a aquí viniera.













                                                                 










No hay comentarios: