viernes, 1 de junio de 2018



EL AYER DE FRESNO DE LA VEGA


Por Bonifacio Fernández Arteaga
Parte 8




Llegando Semana Santa
En medio de un corrillo
Que alrededor se levanta,
Un baratero se planta
Llenando bien el bolsillo,
Con esas chapas famosas
Que eran de cobre y lustrosas.
Y hasta que cesaba la luz
Cruz y cara, cara y cruz.

Me ocurrió que cierto día
Teniéndome que afeitar,
Acudí a la barbería.
Como siempre que allí llegas
Comenzamos a charlar,
Y el barbero me decía,
Que venía de las bodegas
De un buen vino degustar.
En el sillón tomé asiento
Viniéndome al pensamiento
Que no me debía sentar.
El barbero al comenzar,
Tropezó con una caja,
Se le cayó la navaja,
Y se lastimó en un codo, y
Dije para mi: “está beodo”
Por prudencia o timidez,
Presté nervioso mi tez.
Comenzóme a enjabonar
Hasta la cara llenar,
No sin antes transitar
Por parte de las orejas,
Por la frente, por las cejas,
Haciéndome pestañear.
Al ver de la navaja el filo,
Pensé yo, en aquel momento,
Viniédome al pensamiento:
“mi vida pende de un hilo”
¡Como estaría el corazón!
El barbero era verdugo,
Mientras yo, amarrado al yugo,
Tenía miedo y con razón.
Por arriba y por abajo
Me arreaba cada tajo
Que pensaba: “sin orejas
Y sin narices me dejas”
Cuando afeitaba la gorguera,
Sentí como cagalera,
Pues mis tripas hacían ruido
Y sentí como un bahido.
Por fin terminó el trabajo
Y di un suspiro profundo.
¿Estuve siempre aquí abajo?
¿O estuve en el otro mundo?
Dicen que estando “tronado”
Se ve todo duplicado.
Al salir de aquel tormento,
Pensé yo en ese momento:
“Este barbero es un dios
Pues al mismo tiempo, afeita a dos”
Moraleja:
No hagas uso de barbero
Que venga de bebedero.

Quiero terminar esta historia
Porque tengo mucha edad
Y me falla la memoria.
Solo he dicho la verdad
Y omitido la mitad
Por no perder amistad.

Pero en esta despedida
A todos pido perdón
Si ven alguna omisión.
No quiero ver ofendida
A toda persona,  aquella
Muy proclive a la querella,
Que crea ser aludida
Por lo que se diga de ella.
Y respecto a los apodos,
Los tenemos casi todos.
Ni Pilotos ni Chapines
Hacen a los hombres ruines.
¿Algún defecto tu notas?
¿Qué he exagerado en mis notas?
El humor siempre exagera
Es su condición primera.

Por un gran Fresno hace votos
Este hijo de aquel PILOTOS.

LEON, junio de 1997




Bonifacio Fernández Arteaga, nació en Fresno.  Hijo de Enriqueta Arteaga y de Eusebio Fernández, el primer Pilotos.  De niño y joven, vivió en la plazuela de los jatos.  Se hizo maestro y ejerció en Navatejera durante más de 30 años. Después vivió en León hasta su fallecimiento a finales de los noventa cuando tenía noventa y dos años.