sábado, 4 de febrero de 2012

ERA HORA


Partiendo del  hecho incuestionable de que la energía más barata es la que no se consume: aplauso cerrado y merecido para la decisión de invertir en ahorrar. 

Hace años que la industria está ofreciendo soluciones eficientes para que ver,  no nos cueste un ojo de la cara.  Por lo que se refiere al alumbrado público, estas soluciones empiezan por un buen diseño y un cálculo ajustado de las redes, con los puntos de luz justos, que la calle no es para leer el prospecto del jarabe;  con las luminarias idóneas que alumbren al suelo no al cielo y de diseño y materiales que requieran poco mantenimiento; también es necesario domotizar al máximo con un buen gestor a ser posible compartido con otros pueblos para que salga más barato.  Con todo esto se puede llegar a un ahorro de hasta el  10 o el 12 % de la factura de consumo y mucho en la de mantenimiento,  sobretodo si partimos de una red vieja.  Pero donde de verdad se juega uno los cuartos, es en las lámparas: hay que apostar sin miedo por los LED,   son lámparas muy caras pero de rápida amortización.  Algunos ayuntamientos, sobre todo de  Cataluña pero también de Zamora o Salamanca han hecho grandes inversiones en la sustitución de todas las lámparas del alumbrado público por estas nuevas y declaran ahorros del 60% %,  mientras que los fabricantes anuncian (en ficha técnica y con Certificado Europeo y homologación de organismos internacionales) reducciones de hasta el 80% en los led de última generación.   En los estudios se considera un retorno de dos a cuatro años en la inversión y duran más de quince años.

Tienen más ventajas como su larguisima duración,  son eficientes al 80% lo que quiere decir que transforman en luz el 80% de la energía que consumen,  esto tiene como consecuencia que no se calientan ni calientan el soporte,  esta cualidad hace que todo el conjunto sea mucho más durable requiriendo mínimas intervenciones de reparación y sustitución;  se adaptan al soporte actual: no es necesario cambiar la farola para poner la nueva lámpara y al tener necesidades de consumo menores no es necesario sustituir el cableado.
El anterior presidente de la Federación de Municipios,  a la vista de la situación de las arcas municipales en toda España, negoció con el Ministerio de Industria un programa gradual de sustitución a gran escala con la finalidad de dar un poco de oxígeno a los ayuntamientos. En fin era una decisión de futuro que se quedó en el pasado.  Ahora lo están haciendo en muchos sitios pero de forma individual,  sin las ventajas que dan las operaciones ordenadas, los proyectos comarcales, las compras centralizadas, y los mantenimientos mancomunados. 

Es cierto que no dan la luz de mejor calidad que se considera que es la de la bombilla incandescente,  por eso su mejor indicación es el alumbrado público. También es cierto que son muy caras en el momento de comprarlas pero se amortizan muy pronto (solo hay que hacer  un pequeño cálculo: una lámpara de 250 w  de vapor de sodio se sustituye por otra led de 90 w, incluso de 80w y en zonas no urbanas por 60w).

Se puede empezar una sustitución periódica dentro de un plan a varios años.


Y esto de regalo por leer el novelón de arriba.  Es de 1918.




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