jueves, 13 de agosto de 2009

SI ALGUNOS VOLVIERAN, SE PERDIAN.

Algunas veces se hacen obras en el pueblo que cambian el paisaje de nuestra niñez o juventud : aquel caño en el que bebíamos agua con las tiras huecas de regaliz negro que vendía Joaquina, los bancos de hormigón por los que saltábamos jugando a pillar...y hasta echamos de menos las avispas que colonizaron el caño nuevo, ese que del que salía agua caliente que en invierno despedía vapor...entonces sentimos que algo nuestro desaparece, que nos roban el escenario de nuestros juegos, pero hay que reconocer que el tiempo pasa, Fresno progresa y ese progreso se refleja en los cambios del entorno.
Luego nos acostumbramos al paisaje nuevo como si fuera el de toda la vida, vienen nuevas generaciones que no conocieron otra cosa y cuando hablamos del caño viejo piensan que nos referimos al pilón de ladrillo de los años sesenta y tienen razón: es el de toda la vida de ellos.
Bueno, para darnos un baño de nostalgia y para que los jóvenes sepan que hubo otro caño viejo y otro caño nuevo y que ninguno de ellos era el pilón, tenemos algunas fotografías de la plaza: en ellas vemos como ha ido cambiando desde principios del siglo pasado. A muchos nos resultan entrañables pero vistas ahora parece que hubieran salido de algún agujero negro de la historia.

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